LOS GOBIERNOS “POPULISTAS” EN A.L.
LOS GOBIERNOS “POPULISTAS” EN A.L.
Definición
Pocos años atrás A.L. vio el surgimiento de varios gobiernos que fueron llamados genéricamente “populistas”.
Néstor y luego Cristina Kirchner en Argentina, Evo Morales en Bolivia, Lula,
luego Dilma, en Brasil, Correa en Ecuador, Chávez en Venezuela y algunos más.
Más allá de las etiquetas que les han
puesto de uno u otro lado del arcoíris político, es importante analizar en
detalle que tienen en común esos regímenes para tratar de entender su dinámica.
A fines de los treinta, León Trotsky
acuñó el término de “Bonapartismo Sui Generis”, para definir el gobierno de
Lázaro Cárdenas de México, entendiendo en esta definición un régimen
del conjunto de la burguesía de un país subdesarrollado que, apoyándose en el
movimiento de masas, se enfrenta, aunque sea parcialmente, al imperialismo. Nahuel
Moreno, aplicó, años después el mismo concepto para comprender al gobierno de
Perón, incluyendo también al de Gamal Abdel Nasser de Egipto.
Todos ellos mantienen o han mantenido
el régimen de propiedad privada sin mayores alteraciones, han dado concesiones
ya sea de organización, de nivel de vida, de educación, de salud o vivienda,
más o menos significativas a la población de menores recursos y también han
tenido roces, mayores o menores, con los norteamericanos.
Nuevas características
Sin embargo, creo que se le pueden
agregar, a esta definición, algunas características adicionales.
· Si bien representa
al conjunto de empresariado del país, que se ve beneficiado por la ampliación
de la renta nacional a ser distribuida de manera interna por la reducción de la
tajada que se hace a los capitales extranjeros, los grandes beneficiados son
los dedicados a producir, distribuir o atender servicios para el mercado
interno.
Estos obtienen super ganancias
garantizadas a través de:
1.- Incremento notorio del mercado
interno, ya sea por aumento de la ocupación, incremento de salarios y/o
políticas de subsidios.
2.- Política de tipos de cambio que
les asegura importaciones de máquinas y/o insumos con un dólar preferencial.
3.- Restricción o cierre de las
importaciones de productos similares, lo que les permite fijar precios muy
superiores a los del mercado internacional.
4.- Amplias líneas de financiación,
usualmente a tasas preferenciales.
5.- Acceso y facilidades a los
grandes negociados que se hacen con los gobiernos y sus funcionarios, donde la
corrupción abunda.
· Su surgimiento,
tradicionalmente se ha atribuido a un malestar, inquietud o movilizaciones
importante de las masas que provocan temor en las clases dominantes de su
posible desborde y prefieren dar concesiones para tratar de apaciguarlas. Si
bien es un requisito importante, creo que no es suficiente. Vemos que en la
inmensa mayoría de los casos a esta condición se le suma otra, también
importante para comprender la dinámica de estos gobiernos. Surgen en épocas de
mejoras significativas de los términos del intercambio. Es decir, en épocas de
bonanza económica. Perón en Argentina, Ibáñez en Chile, Vargas en Brasil, por
ejemplo, se dieron en la segunda mitad de los 40 y principios de los 50.
Recordemos que fue la post II Guerra Mundial y la Guerra de Corea, años en que
los precios de las materias primas exportadas por A.L. tenían excelentes
precios. Además, el proceso de reconstrucción de Europa dio ocupación a mucha
gente e impulsó el consumo de “commodities”. Era popular en esa época escuchar
decir que Perón afirmaba que no se podía ingresar a las bóvedas del Banco
Central porque estaban atiborradas de lingotes de oro.
En esas condiciones muy bien se
podían dar concesiones importantes a los trabajadores y al pueblo sin afectar
las ganancias empresariales, ya que el Gobierno las financiaba con sus propios
recursos.
Podemos concluir que es un
intento de generar desarrollo a partir del fortalecimiento de un empresariado
nacional mediante el incremento del mercado de consumo interno vía la inyección
de recursos estatales.
Esplendor y decadencia
A mi juicio, estas dos
características adicionales: los grandes beneficiados son aquellos que producen
y distribuyen para el mercado nacional y que gran parte de la mejora de las
condiciones de vida son financiadas por el Presupuesto Nacional en un contexto
de bonanza internacional, son las que van a determinar el esplendor y la caída de
estos regímenes.
Estamos acostumbrados a escuchar o
leer analistas que atribuyen la decadencia o derrocamiento de los “Gobiernos
populares” a oscuros complots del “imperialismo” o distintas “fuerzas del mal”,
que sin duda existen, pero solo acompañan un proceso más complejo.
El empresariado “nacional”, son,
antes que nada, empresarios, y como tales, tienen gran temor porque las masas
movilizadas pueden pedir muchas más cosas de las que ellos están dispuestos a
conceder y también tienen enorme desconfianza de los gobiernos que se apoyan,
aunque tibiamente, en esas masas. En una economía “normal” aquellos que
obtienen grandes utilidades se supone que las reinvertirán ya sea para ampliar
sus fábricas, poner otras plantas de producción o iniciar nuevos negocios que
le permitan incrementar sus beneficios. Este proceso, de producirse, generaría
mayor empleo y más consumo, originando un “círculo virtuoso” que daría lugar a
una época de desarrollo basado en inversiones.
Pese a esta situación económicamente
muy favorable, el temor al posible desborde popular y al presunto “pro
comunismo” de estos gobiernos, los directamente beneficiados con las utilidades
extraordinarias prefieren sacarlas del país y ahorrarlas ya sea en Miami o en cualquier
paraíso fiscal. Recordemos el refrán que “No hay nada más cobarde que un millón
de dólares” De esta manera, el círculo virtuoso se corta y el “desarrollo” solo
se puede mantener con la continua inyección de recursos estatales.
Así llegamos a la segunda condición.
El sistema se mantiene gracias a que el Presupuesto Nacional invierte en
bienestar, salud, educación, vivienda y subsidios al consumo financiado por el
boom de los precios de exportación. Pero las etapas de bonanza tienen su inicio,
su apogeo y también su fin. Cuando se acaban y los ingresos se “normalizan”, el
flujo no alcanza para mantener girando una rueda que requiere, exige, ser
alimentada. Si hiciera falta un ejemplo, el gobierno de Bolivia se mantiene,
pero ahora con un déficit fiscal que supera el 8%, reservas de divisas
disminuyendo y deuda externa aumentando. Si falta plata y los
compromisos son obligatorios para evitar el descrédito político, quedan solo
dos caminos:
1.- El endeudamiento: Hay que pedir
plata prestada, emitir bonos dentro o fuera del país. Como las necesidades
apremian las tasas de interés van a ser cada vez más altas.
2.- Si tengo la fábrica de plata, la hago
andar, emito. Pero cuando emito mucho tengo inflación.
Por si fuera poco, a estos dos
problemas, se suma uno más. El crecimiento interno en países en desarrollo, con
estructuras económicas poco articuladas, es alto consumidor de divisas. El
crecimiento del consumo demanda la importación de bienes a ser consumidos e
insumos y máquinas para elaborarlos. A esto debemos sumarle la fuga de
capitales ya mencionada. Cuando pasa la ola de los altos precios de los
productos exportables, nuestros países comienzan a sufrir la escasez de
dólares. Las reservas internacionales se van reduciendo, obligando a los
gobiernos de turno a endeudarse.
Cuando las crisis se agudizan, como
es habitual, los Gobiernos caen. Ya sea en un proceso electoral o por medio de
“soluciones alternativas” como una sentencia en algún oscuro proceso judicial,
mediante votación de un Congreso que con el tiempo se fue haciendo opositor o
simplemente un golpe de estado
Resumiendo: Los
gobiernos “populares” no caen por culpa de los “malos” que conspiran, que los
hay, sino porque pasada la prosperidad de los precios de las materias primas,
la bonanza interna no es sostenible por la falta de inversión de los
empresarios que se llevan sus utilidades al exterior, el agotamiento del
presupuesto estatal y la liquidación de las reservas internacionales. Esta
es, a mi juicio, la explicación de fondo del proceso de caída de los gobiernos
de los Kirchner, de Lula y Dilma, de Correa, de la Crisis de Maduro y demás,
que se dan a la finalización del boom de los commodities.
Las crisis
El nuevo gobierno, cuando asume, se
encuentra sin plata y ajusta. Comienzan los recortes de todo lo que se pueda
mientras el tejido social aguante. Es decir, se reducen las condiciones de vida
de la población en tanto ésta soporte. Solo retrocederá cuando las
movilizaciones lo obliguen a hacerlo.
En rigor de verdad, aunque no lo
parezca, Macri, Bolsonaro o Moreno, por ejemplo, apoyados en las clases medias
urbanas que se resisten a empobrecerse, son hijos legítimos de los resultados
diferidos de las políticas de Lula y Dilma, Cristina o Correa.
Así es como luego de estos procesos,
los países quedan divididos en dos bandos muy distanciados: “Los malos” y “los
buenos”, según el punto de vista del observador.
La naturaleza de este tipo de
gobierno los hace efímeros, tienen un tiempo de vida limitado. Su duración está
ligada al ciclo económico. Una vez concluida la bonanza, no hay con que
mantener unidos a los distintos segmentos de empresarios y a éstos con la
población. Esta lógica ha venido funcionando rigurosamente en todas las
experiencias vistas hasta ahora.
Si este análisis fuese correcto, una
de las conclusiones que se pueden sacar es que acabada la época de las
“vacas gordas”, de la mejora sin precedentes del precio de las materias primas
vista la década anterior, no debería haber posibilidades de nuevos gobiernos
“populares” con las características ya mencionadas hasta una nueva etapa de
prosperidad. Las experiencias de intentos de desarrollar el mercado
interno sin el marco exterior que lo permita, terminaron en desastres
económicos colosales, tales como el 1° gobierno de Alan García, en el Perú,
1985-90 o el de Maduro en Venezuela, actualmente.
Es muy sencillo apreciar que cuando
hay un gobierno “que da”, la población, con toda razón, lo verá no solo con
buenos ojos, sino que lo apoyará y defenderá activamente. Y cuando aparece uno “que quita” será el malo
de la película y tendrá la oposición abierta de aquellos que perdieron sus
ventajas. Sobre esto no hay dudas y por claro, no merece mayor comentario.
¿Son o llevarán al socialismo?
Pero alrededor de estos movimientos
se tejen muchas interpretaciones: Un
sector de quienes los apoyan, consideran, sinceramente, que son la primera
etapa del camino al socialismo, que luego de ellos, en una segunda etapa,
vendrá la “revolución”
Los empresarios, en general, tienen
una apreciación más rigurosa. Para ellos
son “el socialismo” “el castrochavismo” “la invasión cubano venezolana” y demás
etc. Si bien obtienen grandes ganancias,
son opositores, al principio, solo de palabra.
Cuando el dinero comienza a escasear ya pasan a serlo de hecho.
Ahora bien, si nos despojamos de
nuestras creencias subjetivas y analizamos las experiencias históricas, NINGUNO
de estos gobiernos, que fueron varios, comprometieron o amenazaron el régimen
de propiedad de cada uno de sus países, que sería la verdadera definición de
revolucionario o socialista. Por el contrario, TODOS ellos defendieron el “sistema”
y se preocuparon, activamente, de mantener bajo control a los movimientos que
quisieron obtener mayores conquistas que las que el gobierno estaba dispuesto a
otorgar.
A este tipo de gobierno, el “pueblo”
le interesa en tanto que “cliente” en dos sentidos:
1. Como consumidor,
como sujeto con poder de compra que adquiere bienes o servicios suministrados
por productores nacionales, quienes así pueden realizar sus ganancias.
2. Como sujeto con
capacidad de votar. Quienes tienen que asegurar la permanencia del gobernante y
su partido en el poder en cada elección.
Dieron mejoras a los trabajadores,
jubilados y pueblo en general, sí, claro, por supuesto. La población vivió
mejor, sin ninguna duda. Pero de allí a suponer que este modelo conduce al
socialismo, hay un mundo de distancia y ningún hecho que permita suponerlo.
Es más, cuando se termina el ciclo y
hay movilizaciones y enfrentamientos para derrocarlos, en la mayoría de los
casos terminan huyendo sin dar la pelea y terminan llamando a la calma y a la
paz. Hay múltiples ejemplos al respecto,
Perón en el 55 o Evo Morales semanas atrás. La única excepción fue Salvador
Allende, que prefirió suicidarse antes que encabezar la resistencia al
pinochetismo.
¿Cuál será el futuro de Argentina?
Ahora veremos en Argentina un caso
peculiar: La población, harta de un ajuste sin precedentes en un país que ya
sufrió varias situaciones similares, se ha volcado masivamente a votar por los
que gobernaron anteriormente y le dieron bienestar. La motivación es evidente, esperan
recuperar lo que perdieron: El trabajo, el poder adquisitivo, el transporte y
la energía accesible y tienen la esperanza que el nuevo gobierno se los vuelva
a dar. Pero he aquí que Alberto y Cristina, ahora, no tendrán margen de maniobra
para regresar al otorgamiento de concesiones porque la plata se acabó y lo
único que queda son deudas. Es previsible suponer que luego de un breve tiempo
de espera, comenzaran los reclamos y que estos se vuelvan cada vez más airados.
¿Los podrán controlar? ¿Será posible qué ante los ojos del pueblo, en un futuro
próximo, “los buenos” se tornen “malos”? En caso que la posible crisis, desgaste
a Alberto ¿Cristina lo sostendrá o dará un paso al costado y lo dejará a
Alberto solo? En el caso que el descrédito alcance a los dos ¿en quién
confiarán? La respuesta de estas cuestiones quedará en manos de la resistencia
o pasividad de la población.
Silvio Dragunsky
Lima, octubre 2019
Comentarios
Publicar un comentario