¿Será cierto que el Congreso quiere destituir al presidente?
¿Será cierto que el Congreso quiere destituir al presidente?
“Están
viendo la posibilidad de incluir en el paquete político, una “compensación” a
los congresistas por los meses que se les acortaría su periodo parlamentario.
Pero ¿Qué hacemos con los otros ingresos? Aquellos que provienen de la gestión
de intereses particulares. ..... Entendamos,
que además de cuestiones políticas, que sin duda existen, hay muchas otras “razones”
que motivan las conductas y los votos de los parlamentarios”
Nuestra Constitución dice que ante la falta de presidente y
vice, hay que llamar a elecciones generales para nombrar nuevo presidente y
también nuevo Congreso.
Es aquí cuando los parlamentarios comienzan a mirar las
cosas con otros ojos. Si se tuvieran que ir todos, que les significaría a los
congresistas, veamos:
Ingresos
Oficiales:
Sueldos, calculados como si fuesen trabajadores
dependientes, lo que merecería toda una discusión, desempeño congresal,
bonificación representación, alcanzan al año, bruto, la suma de S/. 358 000, o
su equivalente a S/ 3.70 por 1 U$S a aproximadamente U$S 97 000
Adicionalmente
·
Seguro Médico para el titular y la familia (con
amplia cobertura)
·
Seguro de vida y accidentes personales
·
Un equipo de 7 personas de confianza pagados por
el Congreso
·
1 Laptop, 1 tablet, 6 celulares, con U$S 3 600
de crédito al año.
·
2 personas de seguridad personal.
·
Una oficina de 120 m2., computadoras,
impresoras, papel, tinta, etc.
Gestión
de intereses particulares
·
La modalidad de votación preferencial imperante
en el Perú, implica que cada candidato al Congreso deba competir con los demás
partidos políticos, para que el suyo obtenga bancas y también contra todos los
demás candidatos de aquel por el que postula, para ser él el electo y no los
otros de su propia lista. Eso implica que la campaña política personal es
costosa. Por eso en muchos casos, cada candidato busca conseguir “auspiciadores”
que aporten a sus campañas. Obviamente eso genera la obligación de compensar
esa “colaboración” gestionando los
intereses de sus financistas.
·
En otros casos, personas de fortuna poco
explicable, necesitan favores políticos pero su trayectoria los hace
impresentables. Eligen dentro de sus colaboradores alguno poco expuesto y le
financian toda una campaña logrando, en más de un caso, su elección y
nombramiento como congresista con el fin de favorecer y/o proteger los negocios
de su “mecenas”.
·
En caso que algún grupo de interés tenga la
expectativa en la emisión de alguna ley que los beneficie, basta disponer de
una bolsa suficientemente atractiva y encontrar a un lobista que es el que sabe
cómo, cuánto y a quien contactar. Antes de la pandemia, escuché voces, que
considero bien informadas, que decían que, para la aprobación de una norma, se
requería, en promedio, unos U$S 400 000, en cambio para evitar su promulgación,
solo U$S 300 000 alcanzaba. La congresista Paredes, se refirió particularmente
a esta fuente de “ingresos”.
·
Eso no es todo, hay más. Para poder ejecutar
alguna obra pública, esta debe estar incluida en el Presupuesto General de la
República. El Ministerio de Economía, en su proyecto, deja abierto un capítulo
para que los congresistas incorporen las obras que impulsan y asegurarse así
los votos necesarios. Teniendo en cuenta que es de rigor que las autoridades
regionales o municipales cobren un porcentaje para adjudicar las licitaciones,
el congresista que logra incorporar una partida al presupuesto, se considera
con derecho a compartir esa comisión y suele pedir el 4 o 5% del monto
presupuestado. (El ex congresista Cesar Combina, futuro candidato a alcalde de
Lima por el fujimorismo, está buscado por varios alcaldes a quienes les cobró
por adelantado y no les consiguió que le adjudiquen ninguna partida, en
resumen, los alcaldes le reclaman porque creen haber sido estafados).
·
En general los congresistas sienten que tienen
el derecho de ser atendidos inmediatamente por ministros o cualquier otra
autoridad. Si alguien tiene interés en lograr una entrevista con alguno de
ellos para alguna gestión particular, un parlamentario seguramente podría
lograr una cita sin mayor demora. Eso sí, la gestión tendría un costo. Ahora si
el congresista acompaña al particular, eso es servicio especial y los
honorarios serían otros.
·
La ex congresista Luciana León está siendo
investigada por el Ministerio Público, por, entre otras cosas, organizar
reuniones sociales invitando a altos funcionarios públicos. Los empresarios que
tenían temas que gestionar ante ellos, para poder asistir debían pagarle una
“entrada” de algunos miles de dólares. Con un vaso de whisky en la mano, siempre
hay mayor predisposición para lograr acuerdos amigables.
Algunos congresistas tienen
compromisos de gestionar intereses particulares desde antes de ser electos y
otros después de asumir el cargo. Por las informaciones periodísticas, ¿no habrá
habido casos en que alguno de ellos ya ha recibido dinero por adelantado
a cuenta de favores todavía no prestados?
Los especialistas que buscan
alternativas razonables para concretar el “que se vayan todos” han visto la
posibilidad de incluir en el paquete político, una “compensación” a los
congresistas por los meses que se les acortaría su periodo parlamentario. Por
supuesto, se calcularía como un número de sueldos que razonablemente reconozcan
las remuneraciones que dejarían de percibir. Pero ¿Qué
hacemos con los otros ingresos? Aquellos que provienen de la gestión de
intereses particulares
Esto no es todo, hay más….
El ser congresistas, además de dinero, da prestigio, fama,
se pueden tejer relaciones, tener contactos. Tienen derecho a entrevistarse con
cualquier funcionario público quien debe atenderlo sin mayores demoras; sale en
TV y los periódicos; se reúne con el presidente de la República; todos los días
tiene cola de gente en su oficina pidiéndole favores; es invitado a reuniones
de diversos tipos; recibe entradas gratis y en palco preferencial para
espectáculos importantes, como los partidos de la selección de futbol; no hace
colas y le hacen reverencias adonde quiera que vaya. En fin, es una “persona
importante”, no como el resto de los mortales.
Además, no menos importante, vuelta a vuelta salen viajes al
interior y al exterior todo pagado y con las mayores comodidades, con las
posibilidades que manejando “adecuadamente” los comprobantes de viáticos,
además pueda quedarse con algún sencillo (Recuérdese el caso Salaverry).
La mayoría de los congresistas (alrededor de 2/3 del total)
provienen de provincias. Tener que vivir en Lima, la capital, durante cinco
años, con trabajo asegurado y muy bien remunerado, no deja de ser un privilegio
soñado por muchos (y logrado por muy pocos).
Esos privilegios tienen que ser percibidos por el resto de
los mortales. Muchos de ellos (sería bueno hacer una encuesta al respecto)
seguramente compran o cambian sus carros al poco tiempo de asumir el cargo. Si
es una camioneta grande, oscura y con lunas bien polarizadas, mejor.
Ladran….., pero no muerden.
Varios analistas se sorprenden porque el Congreso, siendo
tan hostil al presidente Castillo, hasta la fecha, no solo no tiene los votos
necesarios para removerlo de su cargo, sino que apenas ha censurado solo a dos
ministros. La razón de fondo es que tienen miedo a que se tengan que ir ellos.
Amenazan, gritan, pero a la hora de la votación, son particularmente prudentes.
Que hacemos
Con índices de aprobación menores del 20% de ambos poderes,
la situación se hace cada vez más insostenible y ahora resulta que la
supervivencia de un poder está vinculada directamente a la del otro. Hoy día,
ambos poderes, legislativo y ejecutivo, terminan, en última instancia,
apoyándose mutuamente para que no se acaben prematuramente sus mandatos.
Si la solución que se pretende es lograr “que se vayan
todos”, es decir la renuncia de Pedro Castillo, de su vicepresidenta Dina
Boluarte y la convocatoria en pocos meses de elecciones generales para barajar
y dar de vuelta, tenemos que comprender que ninguno de los interesados tiene la
menor intención de irse voluntariamente.
La única respuesta posible está en la calle. En Lima, se ha
puesto de moda la expresión “hay que ponerse las zapatillas”, es decir salir a
la calle y manifestar el descontento. Ya sucedió cuando el Congreso quiso
imponer a Merino, quien pasó a la historia como “el breve” porque duró no más
de 5 días. 3 000 000 de manifestantes en todo el país lo obligaron a renunciar.
Esta es la tarea que hay por delante.
Silvio Dragunsky Genkin
Lima, abril 11 de 2022
silviodragunsky.blogspot.com
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