¿PORQUE NECESITAMOS REFORMAR EL SIST. DE PENSIONES
¿POR QUÉ NECESITAMOS REFORMAR LOS SISTEMAS DE PENSIONES?
LOS SISTEMAS PREVISIONALES ACTUALES
Los sistemas de pensiones
tradicionales, llamados de reparto, fueron creados y diseñados a partir de
mediados del siglo XIX, según los cuales, los aportes de los trabajadores
actuales deben financiar las pensiones de los que trabajaron antes. Este
sistema ha funcionado bastante bien en tanto la cantidad de aportantes activos,
mantuviera cierta proporción en relación con los pasivos.
Cuando los avances de la medicina
y condiciones de vida en general incrementaron la expectativa de vida de la
gente mayor con el consiguiente incremento del número de personas con derecho a
una jubilación rompió dicha proporción, se comenzaron a buscar soluciones
alternativas.
La más conocida por nosotros es
el sistema de capitalización individual.
Según diseño, un trabajador que
aporta el 10% de su sueldo a lo largo de 30, 35, 40 años, con una rentabilidad
promedio de entre el 5 y el 6%, debería obtener una pensión del orden del 60, 70,
75 % de su sueldo promedio, considerado como razonable para vivir dignamente.
Pero, Oh Sorpresa!!!!!, el modelo
no termina de funcionar como se había supuesto. Por lo tanto, la pregunta
inmediata sería ¿cuál es el problema?
El cálculo matemático está bien,
la rentabilidad se cumple, ¿entonces porque hay tanta gente que obtiene
pensiones diminutas?
EL MERCADO DE TRABAJO
El problema está en el mercado
laboral. En los últimos 30 años, y un poco más, la economía mundial cambió y
mucho.
La mayor parte de la producción
industrial del mundo entero se trasladó a los países con mayor productividad y
salarios menores, típicamente China.
A los demás países nos ha
quedado, sobre todo, la producción de materias primas y los servicios. Pero eh
aquí que estas actividades están sujetas, muchas veces a temporadas, climas,
moda, eventos y demás que hacen que los empleos sean en su gran mayoría
temporales y precarios. Por si fuera poco, los empleos tradicionalmente
estables, están sujetos a cambios tecnológicos importantes, reorganizaciones,
fusiones, avatares de mercado, que motivan despidos masivos de personal. La
conclusión es que ya casi no quedan trabajadores estables que puedan cotizar
con continuidad el tiempo requerido para una pensión aceptable. El Instituto
Peruano de Economía (IPE) citando a la Superintendencia de Pensiones de Chile,
dice que los afiliados de ese país, aportan, en promedio, solo la mitad del
tiempo.
LA TRAGEDIA DE LAS JUBILACIONES
ACTUALES
En síntesis, en el Perú, que
además hay que sumarle, todas las actividades informales, o aquellas que están
fuera de la formalidad y de la legalidad, apenas tendrán derecho a alguna
jubilación digna de ese
nombre no más del 20% de la Población en Edad Económicamente Activa (PEEA).
Es así, que lo que veremos es a 2 personas comiendo y a 8 mirando por la
ventana sin tener acceso al menú.
Es evidente que semejante
injusticia crea una enorme presión social al respecto. Al final, 8 de cada 10
personas piensan o dicen que en tales condiciones para que tiene que haber
descuentos para jubilación. Si en el futuro no me van a dar casi nada, que no
me quiten nada ahora y lo poco que tengo me lo devuelvan.
Y esa es una lógica muy sólida y
difícil de rebatir, además de ser mayoritaria.
LAS PRIORIDADES PENSIONARIAS
ACTUALES
Por lo tanto, la primera
prioridad de un sistema previsional es:
·
Aumentar la cobertura, para que haya más
personas que puedan acceder a un beneficio jubilatorio
·
Incrementar las pensiones menores para
que partan de un mínimo aceptable.
Pero como hemos visto, los
aportes de los trabajadores activos no alcanzan a cubrir esos requerimientos.
Por lo tanto, para llevar a cabo modificaciones que sirvan, es indispensable
destinar mayor presupuesto para sufragar estas prioridades.
¿QUIÉN VA A PONER LA PLATA QUE
FALTA?
Hasta acá nada nuevo. Hay
múltiples análisis al respecto. Las dificultades comienzan cuando hay que
decidir quién cubre el déficit.
Los sistemas previsionales solo
tienen tres participantes. El estado, los empleadores y los trabajadores. Uno o
varios de ellos, tendrán que, necesariamente, aportar si se pretende una mejora
jubilatoria. Hasta que no se defina quienes
y cuanto, es iluso pensar en cualquier modificación seria.
En Chile, años atrás, cuando una
comisión de notables hizo un estudio sobre el tema y le presentó una propuesta
según la cual el Gobierno tendría que aportar una financiación de varios puntos
del PBI, Michelle Bachelet lo devolvió de inmediato, porque ni soñando estaba
dispuesta a hacerse cargo del problema. Ni que decir ahora, Piñera muchísimo
menos.
En el mundo, hay estudios que proponen
distintos sistemas de reformas para las jubilaciones. Ideas no faltan, lo que
se necesita es más dinero.
Por lo tanto, la discusión entre
sistemas de reparto y de capitalización, hoy carece de sentido. Hasta que no se
decida mayor financiación y quien la asuma, no hay mejora posible. Recién
cuando se sepa de cuánto dinero se dispone, podremos elegir un sistema y quien
y como lo administra.
Silvio Dragunsky Genkin
Silviodragunsky.blogspot.com
Marzo 2020
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