EN POLÍTICA, NADA ES LO QUE APARENTA
EN POLÍTICA, NADA ES LO QUE APARENTA
En el
mundo de la política actual, la verdad, importa cada vez menos
EN CAMPAÑA
Para tratar de llegar al poder, todos los
políticos con expectativas tienen a su alrededor a encuestadores, entrenadores
en comunicación, periodistas, inclusive maquilladores, que preparan a los
candidatos para “caer bien” ante los posibles electores. Disponen de equipos especializados
para dar una “buena imagen”
Eso respecto a la forma. En los contenidos,
ninguno va a hablar de lo que realmente piensa hacer. Si fuera sincero y dijera
que va a reducir los sueldos o las jubilaciones, despedir empleados públicos,
devaluar la moneda o permitir que depreden la naturaleza, por ejemplo, por
supuesto, ninguno lo votaría.
Así es que el “Plan de Gobierno” que presentan
todos aquellos que compiten por el poder, se basa en las encuestas de opinión
que encargan. Todos prometen lo que
ocupa los primeros lugares en el interés público. Hablan de Seguridad ciudadana, de Empleo, de
Educación, de Salud y van ajustando las prioridades según los cambios en los
sondeos.
Si se revisa con cierto detenimiento, veremos
que los discursos de los candidatos presidenciales, en el fondo son muy
parecidos entre sí. Incluso los cambios en los énfasis, se suelen dar al mismo
tiempo.
Por lo tanto, el que gane, cuando asuma, va a
hacer cosas diferentes a las prometidas. Los ofrecimientos electorales no pasan
de ser eso, precisamente, sólo ofrecimientos.
Esperar sinceridad de los candidatos en una
campaña es pérdida de tiempo, cuando no ingenuidad. Desde ponerse ropas típicas, comer lo que la gente
le alcanza o tener en brazos a un bebé, solo es parte del juego de imagen.
Es interesante ver las expectativas que se
abren con los debates de los candidatos.
Los medios de comunicación le dedican sus principales titulares durante
días y la población paraliza medio país para presenciar los ofrecimientos de
aquellos que postulan, como si fueran ciertas las ideas que van a exponer. Todos ellos han sido adiestrados para decir
las cosas y de la manera en que esperan el público las reciba con agrado. Suponer que van a cumplir lo ofrecido es en
vano, solo linda con la inocencia.
DESPUÉS DE ASUMIDO EL GOBIERNO
Sin embargo, el candidato ganador, si bien hace
cosas distintas a las prometidas, tiene expectativas de seguir gobernando y
continuará necesitando votos. Así es que elaboran una “narrativa” que trate de
convencer al “pueblo” que el plan que ejecuta en el fondo lo va a beneficiar….
en algún momento. Que todo lo que hace es en beneficio de las clases más
necesitadas que, en el futuro, ya se verán los frutos. Si a eso le sumamos
algunas medidas populares que no cuesten plata, por supuesto, y un “cuento”
bien estructurado, para lo cual tienen especialistas profesionales, presentando
a algún enemigo claro e identificable, con un aparato de prensa que lo difunda
lo suficiente, es muy probable que tenga cierto grado de éxito, por lo menos
por un tiempo.
En cada país y en cada momento aparecerán
discursos adaptados a cada realidad. El
más utilizado es “Encontramos las cosas peor de lo que esperábamos” y todas sus
variantes o “La culpa la tienen”: “Los de afuera” “La Banca” “Los precios
internacionales” “El Clima” “Los opositores” (tárjese los que no correspondan o
agréguense otros varios). Es decir, ¡¡¡¡la culpa siempre es de “los otros”!!!!
El problema no está en los políticos, ellos son
así y mientras estén lo seguirán siendo. Vivirán pidiendo confianza a los
electores, asegurando que solo ellos podrán “Salvar a la Patria” y/o “al pueblo”
La cuestión es que muchos le creen. La
población, padeciendo todos los problemas de su día a día, tiene esperanzas que
el que esté en el gobierno, le haga la vida más llevadera, más fácil. La
decepción sería, para ellos, muy dolorosa.
Han creído sinceramente que ahora estarían mejor y de no ser así, la
frustración sería grande. Por ello tratan de aferrarse a cualquier promesa,
cualquier palabra que le permita justificar la confianza entregada aunque su
vida cotidiana indique que las cosas siguen igual o peor. Lamentablemente, la
sabiduría popular se confirma: “no hay peor ciego que el que no quiere ver”.
Silvio Dragunsky Genkin
Opiniones Libres
Silviodragunsky.blogspot.com
Lima, marzo de 2020
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