DEGENERADOS DE LA DEUDA

 




Contra la costumbre de este blog, de publicar solo artículos de mi autoria, esta vez me permito hacerlo con un artículo que no es mío sino de Claudio Scaletta, quien generosamente me autorizó reproducirlo.

Me impresionó porque en pocas lineas, resume con toda claridad la mecánica bajo la cual funciona la economía argentina. Las razones profundas de su crisis crónica y también la falta de perspectivas a corto plazo.

Invito a mis amigos a leer este artículo y que lo disfruten tanto como yo lo hice, pese a la amargura a la que conlleva sus conclusiones.

 

Degenerados de la deuda

Por Claudio Scaletta


Uno de los problemas centrales de la economía local es que no tiene moneda


A veces es necesario barajar y dar de nuevo. Empezar el análisis desde cero, desde lo más obvio. Uno de los problemas centrales de la economía local es que no tiene moneda. Es decir, existe una moneda transaccional, pero que no es reserva de valor y se le complica su función como unidad de cuenta. Ello obliga a utilizar una tercera moneda para cumplir las funciones ausentes, abrumadoramente el dólar, una imposición de hecho que agrava el problema estructural de la escasez de divisas, comerciales y financieras. Reformulando, la economía local no tiene moneda, su productividad es baja, sus exportaciones no alcanzan y, para completar, necesita transformar una parte de su valor agregado en dólares como reserva de valor. Si estas características no se subsanan se está frente a una economía insustentable, cualquiera sea el signo del gobierno. Y la insustentabilidad se expresa, continua o cíclicamente, en dos agregados macroeconómicos relevantes, la inflación y el crecimiento. Así lo atestiguan los recurrentes shocks inflacionarios, el continuo aumento del endeudamiento externo y, como calculó el economista Juan Manuel Telechea, trece años ininterrumpidos de caída tendencial del PIB per cápita, el que a fines de 2024 se encontraba 14 por ciento por debajo del pico de 2011. Deténgase un momento en el número, lector: en promedio los argentinos son hoy 14 por ciento más pobres que hace tres lustros. Y no hubo ninguna guerra.

La pregunta de fondo es por qué la moneda propia no cumple sus funciones.


Acerquémonos al problema. La pregunta de fondo es por qué la moneda propia no cumple sus funciones. La respuesta obvia es “por los largos y persistentes períodos de alta inflación” desde hace medio siglo, lo que traslada la pregunta a las causas de la inflación, cuya respuesta demanda romper la lógica binaria, en tanto existen dos abordajes para el problema que no deberían oponerse. Desde una mirada ortodoxa la respuesta es que existió un Estado que gastaba más de lo que recaudaba, lo que significaba incurrir en un déficit fiscal que se financiaba con la creación de dinero. Dicho de otra manera, el déficit se monetizaba y ello daba lugar a la suba generalizada de precios. Desde una perspectiva heterodoxa, o menos ortodoxa, la respuesta es que el verdadero problema no era el déficit interno, sino el externo. Cuando la economía crece, las importaciones crecen más rápido que las exportaciones, aparece el estrangulamiento externo, los dólares no alcanzan, aumenta su precio en pesos y ello se derrama al conjunto de la economía. Las dos posturas suelen combatirse mutuamente en una suerte de River - Boca teórico con contendientes que se ponen las camisetas. La tendencia de la heterodoxia es a minimizar el déficit interno y la de la ortodoxia es a minimizar el externo. El debate entre ambas posturas fue abordado en este espacio muchas veces y ya aburre un poco.

Ambos déficits, el interno y el externo, son sumamente problemáticos.


No se persigue aquí encontrar un punto de equilibrio entre ambas posturas, sino entender que ambas visiones no son excluyentes. Ambos déficits, el interno y el externo, son sumamente problemáticos. El problema del déficit interno, el fiscal, suele ser abordado por la heterodoxia local como si la economía vernácula fuese igual a la de un país normal, es decir a la de un país que tiene moneda y mercado de crédito en moneda propia y, en consecuencia, puede financiar el déficit fiscal en su propio mercado. Pero el déficit presupuestario no funciona igual en un país sin moneda que en uno con moneda. Y tampoco funciona igual en un país con restricción externa y sin reservas internacionales. La presentación de gráficos comparativos entre el déficit local y el de los países más desarrollados con el objetivo de mostrar que el déficit fiscal no es problemático simplemente denota incomprensión sobre el funcionamiento de la economía local. Sí, CFK en sus clases magistrales y en sus cartas estuvo horriblemente asesorada.

                                                                     No es que el déficit se monetiza, sino que se dolariza


El problema de los déficits fiscales en una economía que no tiene moneda, mal caracterizada como “bimonetaria”, no es que el déficit se monetiza, sino que se dolariza, lo que consecuentemente impacta sobre el déficit externo. Es por ello que los gobiernos ortodoxos dicen que toman deuda externa para financiar el déficit interno, algo que desde el punto de vista de la teoría está mal, en tanto no se necesitan dólares para pagar deudas en pesos. Pero de nuevo, son todos mecanismos que funcionan en economías que tienen moneda. Lo que sucede en una economía sin moneda es que el déficit termina siempre, antes lo después, en aumento de la demanda de divisas y, como al mismo tiempo ello profundiza el déficit externo, el resultado es que se producen devaluaciones permanentes y procesos inflacionarios más o menos intensos. No solamente porque aumentó la cantidad de dinero, sino porque al mismo tiempo no aumentó la provisión de dólares. La primera conclusión provisoria no es en absoluto novedosa. No hay salida para la economía local si no se reconstruye la moneda al mismo tiempo que se aumenta la provisión de divisas genuinas, lo que corre para cualquier tipo de gobierno.


O se aumenta la provisión de divisas o se reducen las importaciones. La combinación de equilibrio fiscal y déficit externo también es inflacionaria y también es insostenible



Ahora bien, si en una economía sin moneda el déficit fiscal se dolariza, parece evidente que el equilibrio fiscal, combatir el déficit interno, es una condición necesaria indispensable como mínimo hasta que se recupere la función de reserva de valor de la moneda. Esta afirmación debería ser un axioma grabado a fuego para cualquiera que aspire a conducir la economía local. Pero este equilibrio fiscal no es una condición suficiente, en paralelo se debe evitar también el déficit externo. O se aumenta la provisión de divisas o se reducen las importaciones. La combinación de equilibrio fiscal y déficit externo también es inflacionaria y también es insostenible. Es lo que sucede en el presente.
Aquí vamos a repetir algo que fue escrito muchas veces. Cualquier gobierno tiene la posibilidad de decidir en qué nivel quiere mantener el tipo de cambio, el precio del dólar, pero para ello tiene que tener con qué. La administración de Javier Milei logró a rajatabla equilibrio fiscal por la vía de una potente reducción del gasto que recayó fundamentalmente sobre las espaldas de los jubilados y de la obra pública, es decir sobre el progresivo deterioro de la infraestructura, con lo cual consiguió la condición necesaria de que el déficit interno no se transforme en demanda de divisas, pero al mismo tiempo insiste en mantener un tipo de cambio atrasado como ancla inflacionaria, lo que se traduce en aumento de las importaciones y desaliento a las exportaciones, y lo que profundiza el déficit de la cuenta corriente del balance de pagos.

La única alternativa es encontrar fuentes alternativas para la provisión de divisas.

Como la economía, si alguna vez lo logra vía el desarrollo de la explotación de los recursos naturales, tardará muchos años en generar los dólares necesarios para financiar el desbalance implícito en el actual nivel del tipo de cambio, la única alternativa es encontrar fuentes alternativas para la provisión de divisas. El gobierno intentó primero generar un shock de ingreso de capitales con el RIGI, no funcionó, luego el mago del endeudamiento, Luis Caputo, sacó de la galera el exitoso blanqueo de capitales que ingresó 23 mil millones de dólares, lo que le permitió al modelo libertario seguir respirando unos meses más. Desde fines de 2024 y comienzos de este año, todas las expectativas pasaron al pulmotor de tomar más deuda externa. Como la sobretasa de riesgo de la economía local impide endeudarse en los mercados voluntarios, la única opción es recurrir a los organismos multilaterales.
El FMI está empernado con la Argentina, que representa alrededor de un tercio de su cartera de deudores, lo que de alguna manera lo compele a refinanciarle vencimientos. El problema es que, por esta misma razón, es altamente probable que no vuelva a facilitarle decenas de miles de millones de dólares con el único objetivo de sostener un nivel de tipo de cambio ficticio. Es probable que la reciente experiencia de 2018 y el acumulado de deuda pesen más que la potencial buena voluntad que se espera de Donald Trump. Lo que se transparentó esta semana fueron números que ya habían sido adelantados por El Destape. Si todo sale como espera el gobierno el FMI aportará, además de la refinanciación de vencimientos, entre 6 y 8 mil millones de dólares adicionales que, aun en el caso de que sean de “libre disponibilidad”, resultan exiguos para sostener el actual esquema cambiario.

El resultado a la vista es el inicio de un proceso devaluatorio y el cambio de tendencia del ciclo de baja relativa de la inflación.


El resultado a la vista es el inicio de un proceso devaluatorio y el cambio de tendencia del ciclo de baja relativa de la inflación. Pero la cuestión de fondo es que seguir tomando deuda extra dejará como saldo principal el agravamiento de la situación externa de largo plazo. En adelante el improbable Nobel de economía y experto en crecimiento no tendrá prácticamente nada para mostrar y seducir a sus votantes. Los mandriles estarán en otra parte.
La segunda conclusión preliminar y la lección para cualquier futuro plan económico es que no alcanza solamente con no ser degenerados fiscales, tampoco hay que ser degenerados externos, es decir degenerados tomadores de deuda en divisas. –

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