LA DEMOLICIÓN DE LA SEGURIDAD SOCIAL EN LA POSPANDEMIA
LA DEMOLICIÓN DE LA SEGURIDAD SOCIAL
EN LA POSPANDEMIA
El estado, desde hace años, viene derivando las
contingencias sociales para que cada uno los afectados las termine pagando con
sus propios ahorros previsionales, dejando sin jubilación a aquellos que pueden
acceder a ella. La posible unificación
de los sistemas de salud, es un paso más en ese sentido.
Con una presión tributaria del 14% no hay
ninguna posibilidad de mejorar la educación, la salud o la seguridad social.
La Comisión de Defensa del Consumidor, acaba de aprobar un
proyecto de ley por el cual todos los afiliados al SPP que no hayan aportado al
mismo durante los últimos 12 meses, podrán retirar hasta el 100% de sus fondos
acumulados.
No es solo un medio para congraciarse con los votantes ante
las elecciones del año que viene, que también lo es, es muchísimo más que eso.
Veámoslo más en detalle:
Para comenzar, los fondos de la Seguridad Social son intangibles
según el artículo 12 de nuestra Constitución Política y además la jubilación es
uno de los derechos humanos consagrados en el mundo y protegidos por una serie
de tratados internacionales que Perú ha firmado, entre ellos, solo para
mencionar uno, la participación en la OIT.
Luego de 27 años de funcionamiento de las cuentas de
capitalización individual como medio de administración de los ahorros
previsionales, corresponde dar una mirada sobre las transformaciones que ha ido
sufriendo en el tiempo.
PARA QUE SIRVEN
Los sistemas previsionales en el mundo tienen varios
objetivos
·
Atender las necesidades sociales de aquellos qué
por el transcurso del tiempo, las enfermedades o el fallecimiento, no pueden
cubrir el sustento propio y de su familia
·
Facilitar el recambio generacional, para que
personas jóvenes, supuestamente más productivas, reemplacen a aquellos que la
vejez les ha reducido sus capacidades.
·
Atenuar la reducción de la demanda de los miles
de personas mayores que dejan de trabajar, pero para que la economía funcione
deben seguir consumiendo.
EN EL PERU
El Sistema previsional de Capitalización Individual que
conocemos, se creó, calculó y diseñó para cubrir 3 riesgos: 1°) vejez, 2°) invalidez
y 3°) fallecimiento; cubiertos mediante pagos mensuales y los gastos de
sepelio, a través del reembolso de los gastos efectuados.
Este seguro se financia mediante la creación de una cuenta
de ahorros personal, obligatoria y con fin determinado, en el que se acumulan
los aportes de toda la vida laboral de cada trabajador más el 100% de la
rentabilidad obtenida con sus inversiones a lo largo del tiempo.
En el año 1995 los congresistas ante los reclamos de los trabajadores
porque los sueldos no les alcanzaba, redujeron los aportes jubilatorios del 10%
al 8%, es decir, disminuyeron las contribuciones jubilatorias en 20%. Esto duró
10 años, hasta el 2005. Luego, en el 2016, la Ley N° 30334, hasta hoy vigente,
estableció que solo se aportaba sobre los sueldos, las gratificaciones quedaban
excluidas del descuento. La razón, también era, reactivar la economía. Esto
representa una reducción de ahorros previsionales de 14% (2:14).
En un sistema de capitalización, donde se reduce el ahorro
20% por 10 años y 14% de manera indeterminada, el capital reunido y las pensiones
resultantes serán proporcionalmente menores.
Estas medidas, modificaron profundamente los objetivos del
sistema. Agregaron un cuarto, el del reactivador de la economía, aunque en
desmedro del futuro de los aportantes.
Pero no es todo, continuemos. En su momento, se verificó que
la gente mayor se queda sin trabajo y no consigue otro. Para ello se crea la jubilación
adelantada por desempleo. Es decir, ahora el sistema previsional cubre un 4°
riesgo, el desempleo de personas mayores.
También se identificaron los casos dramáticos de afiliados
con enfermedades terminales. Es justo que retiren hasta el 50% de sus fondos. Ya
tenemos un 5° riesgo.
Los afiliados, como todos, tienen la necesidad de tener un
techo propio, por lo que se habilita la opción del retiro del 25% para comprar
una vivienda. Ya vamos por el 6° riesgo.
Hay más: Como las pensiones resultantes suelen ser
reducidas. Es posible que retiren todos sus fondos. Se desnaturalizó su
esencia, dejó de ser un fondo de pensiones y se transformó en un fondo de
ahorros de usos múltiples.
Ahora, por último: La pandemia. La mitad de los trabajadores
se han quedado sin trabajo. La cuenta previsional sigue constituyendo, para la
gran mayoría, su ahorro líquido más importante, por lo tanto, que cada uno disponga
hoy sus ahorros que eran para la vejez. Completamos el 7° riesgo, el de
calamidad o catástrofe.
Resumiendo: El seguro diseñado para cubrir los riesgos de:
·
Vejez,
·
Invalidez, y
·
Fallecimiento,
Ahora debe cubrir, además, los de
- Desempleo de personas mayores,
· Enfermedades Terminales,
· Compra de casa propia, y
· Calamidad o catástrofe.
Todo eso con una reducción de los aportes de entre el 14 y
el 20%. Es indispensable mencionar que el mercado laboral hace que los aportes
sean intermitentes. ¿Qué se espera? ¿Qué se paguen buenas jubilaciones? ¿Cómo?
¿De dónde? ¿Con qué dinero?
Cada una de las emergencias descritas son serias y merecen
la mayor de las atenciones, hay miles de personas detrás con dramas personales
por cada una de las situaciones mencionadas. Pero lo que corresponde es que el
Estado cree las soluciones específicas para resolverlas. No se puede hacer que
estos riesgos tengan que ser financiados por los interesados con sus propios
ahorros de los que deberían depender para su futuro. Lo que se ha ido logrando
con el tiempo, es despedazar al sistema jubilatorio para atender temas que
deberían tener sus propios canales de resolución.
Por último, ahora, como las pensiones resultantes en su
mayoría son insuficientes, mejor que dispongan del total de su dinero y así
nadie tiene nada que reclamar. Que cada uno vea como resuelve los futuros
riesgos de invalidez, vejez o fallecimiento. Terminamos de liquidar las jubilaciones.
Todas estas “reformas” tienen un común denominador. El
Estado deja de hacerse cargo de las contingencias sociales y las deriva a las
personas que las sufren. Como se dice en familia “que cada uno baile con su
propio pañuelo”, aunque ello implique destruir los sistemas previsionales. La
lógica es simple: “eso recién se notará dentro unos 5, 10 o 15 años, cuando
“nosotros” ya no seamos gobierno. Que el que venga vea como lo arregla”.
El Estado, de esta manera renuncia a su función de proteger
a la sociedad destruyendo el tejido social, convirtiendo a la población en
células aisladas. Ahora, el lema vigente es “Sálvese quien y como pueda”.
Es en este contexto, que el actual Congreso, con elecciones
a pocos meses, antes de encarar una “reforma integral” de los sistemas jubilatorios,
con una comisión especial ya trabajando, intenta devolver todos los aportes,
tanto de las AFP como de la ONP. Además del despropósito de pretender devolver el
dinero que ya se gastó en pagar a los jubilados actuales en el caso de la ONP, lo
que hay atrás de estos proyectos es eliminar la Seguridad Social de los
trabajadores para ir “abaratando” los "sobrecostos" laborales. El proyecto que
sigue, del que ya se está hablando, es “unificar” el Sistema Integrado de Salud
(SIS) con EsSalud. Pero EsSalud no es del Estado, es tripartito, Estado,
Empleadores y Trabajadores. Por ellos se aporta el 9% de la planilla. Cuando
este proyecto se discuta, estos aportes financiarán también a los afiliados al
SIS que no coticen.
La conclusión evidente es que aprovechando la pandemia y la
enorme desocupación que está produciendo se aprovecha para destruir la
Seguridad Social que ha costado décadas obtener y ya tiene algo menos de un
siglo de vigencia sumiendo a los trabajadores en el desamparo más completo.
Muchos que no comprenden cómo funciona el Sistema de
capitalización, piensan que la devolución de aportes es un castigo a las AFP.
Siempre es bueno precisar que el dinero que se devolvería es de los afiliados,
no de las administradoras. Si bien las afecta, es de un modo marginal en cuanto
a las comisiones que se reducirían un poco. El problema será de los
trabajadores que se quedarán no solo sin jubilaciones, sino también sin seguro
de invalidez y la familia sin seguro de sobrevivencia ni cobertura médica, en
caso de fallecimiento del titular.
Mejorar el sistema previsional es un tema antiguo y hay
varias alternativas ya probadas en otros países. No hay mayor misterio como
hacerlo. Pero cualquier solución que implique cubrir a más personas mayores e
incrementar las pensiones muy bajas de los actuales jubilados, cuesta mucho
dinero y desde hace años, varios Gobiernos decidieron no tocar el tema.
¿Alguien puede suponer que este Congreso, con este contexto, apruebe algo que
de verdad beneficie a los jubilados?
Con una presión tributaria de alrededor del 14 % como la
vigente el año pasado, es imposible pensar en mejoras previsionales de ningún
tipo. Si no hay un incremento significativo de los ingresos estatales, no hay
ninguna posibilidad de mejorar ni la Seguridad Social, ni la Salud ni la
Educación. Todo lo que se hable al respecto, sin mayor recaudación, es pura
conversación.
Silvio
Dragunsky Genkin
silviodragunsky.blogspot.com
Agosto 2020
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